La lucha por menstruaciones dignas, un asunto urgente y escasamente abordado en Bolivia

Acompañada de un fuerte dolor en el abdomen bajo, llegó su primera menstruación cuando apenas había cumplido 12 años. Al descubrir que su ropa interior estaba manchada con sangre, asustada fue corriendo a avisarle a su madre.

“Mi mamá me dijo que botar sangre por ahí era normal y mis amigas comentaban que esos días no hay que tocar agua, no hay que bañarse”, recuerda Jhanet Villa, de 23 años, mientras amamanta a su bebé de ocho meses, cuida de su otro niño de dos años y vende klinex (papel desechable) y dulces mentolados en la acera de la avenida Mariscal Santa Cruz, en pleno centro de la ciudad de La Paz.

Ella llega a menudo, junto con sus dos pequeños, a la ciudad de La Paz a ganar el sustento para su hogar. Es oriunda del municipio de Sacaca, capital de la provincia de Alonso de Ibáñez, en la región norte del departamento de Potosí.

Estudió sólo hasta el segundo de secundaria. Recuerda que, tanto en la casa como en la escuela, escasamente le hablaron de la menstruación. La primera toalla higiénica que utilizó le obsequió su madre. Pero al llegar a la adultez, con lo poco que gana, algunas veces puede comprar un paquete y otras no. “El dinero no alcanza”, dice.

Según ONU Mujeres “cada mes más de 2.000 millones de mujeres en el mundo menstrúan”. Y Unicef explica que es importante comprender que “la menstruación es un proceso biológico natural y normal por el que pasan todas las mujeres, no es una enfermedad, ni nada que deba causar vergüenza o miedo”.

“La menstruación o el período es un proceso natural y saludable; sin embargo, millones de mujeres y niñas no pueden acceder a productos menstruales o el acceso al agua y saneamiento seguros para gestionar su salud e higiene menstrual. Esto es algo que trunca su vida, sus derechos y su libertad”, indica la publicación.

Fuente: Abi